27-12-2009, relato breve:

Cuando entré en el camarote que me había sido asignado, rápidamente me di cuenta de que en realidad no era para mí solo. En el interior, dos despanantes preciosidades, que daban forma de Diosa a sendos pijamas, se preparaban para entrar en la cama. Al verme llegar, se giraron hacía mí sonriendo, pícaras, y una de ellas me dijo insinuante: "Hola guapo, no hay camas para todos, así que hoy vas a tener la oportunidad de acostarte con dos mujeres a la vez, literalmente...". "Éste es mi día de suerte", pensé yo, a la vez que lo expresaba con una amplia sonrisa; y entonces fue cuando ella continuó hablando: "Mi amiga y yo nos acostaremos arriba, y tú puedes hacerlo abajo", dijo mientras señalaba, muerta de risa... una fría litera.

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